Encuentro
con
los Locos de la azotea |
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Cualquier persona de "cierta" edad, o cualquiera que tenga cierto flirteo con la radio (hay muchos más de los que uno pueda creer), tiene una cierta idea de lo que es una radio de galena. Se trata del primer modelo fabricado de receptor de radio, que funcionaba sin electricidad ("sin cable, sin pilas", decía una vieja publicidad de Magiclick) y con un trocito de piedra para lograr la sintonía. Esa piedrita es la "galena", una aleación de plomo y azufre o, como indican los libros de química, sulfuro de plomo. |
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Vale decir que el 27 de agosto de 1920, cuando desde la terraza del teatro Coliseo de Buenos Aires se hizo la primera transmisión de la historia de la radio (la primera con continuidad, corresponde aclarar) había en la ciudad una treintena de esos aparatos de muy sencilla confección. Entre ellos estaba el de la familia del futuro actor y locutor Juan Carlos Thorry, que escuchó la ópera Parsifal, de Richard Wagner, mientras se la representaba en la sala del Coliseo. A los autores de la proeza radial se los llamó "los Locos de la azotea" y eran Enrique Telémaco Susini, Miguel Mugica, César Guerrico y Luis Romero Carranza. Locos
unidos Quedamos, entonces, en que el sábado despertó curiosidad el aparatejo llevado por LU9DGD. El primero en demostrar su entusiasmo fue LW9DBU, experto en coleccionar y hacer funcionar cualquier cosa que sirva para hablar o escuchar, mejor aún si es antigua. LU1EOT no le sacaba un ojo de encima al engendro, pero el otro lo tenía enfocado hacia el ventanal que da a la calle 10: estaba más preocupado por la caída del satélite de la NASA y cuya ruta era desconocida por los propios científicos espaciales. Ni siquiera LU9DAP, que suele conectarse a través de su equipo de radio con la Estación Espacial Internacional, tenía idea de adónde iba a caer la chatarra del tamaño y peso de un ómnibus en hora pico. Por su parte LW1DTY,
desde su posición de presidente de la entidad y cebador de mate,
parecía bastante escéptico respecto de las posibilidades
de que la antigüedad volviera a emitir algún sonido. A él
déjenlo subiendo videos de música romántica en
el Facebook. |
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LW9DBU salió disparado a bordo de su rusoneta (su camioneta de origen ruso) y regresó en pocos minutos con unos auriculares y un diodo de germanio, indispensable para reemplazar a la galena (una especie de Césamo radioeléctrico), en caso de que ésta no sirviera. No por nada LU9DAP había opinado que la roca tenia demasiada mica, lo cual atentaba contra su capacidad conductiva.
Las piedras conseguidas por LU9DGD eran, por su tamaño, ideales para tirar con la gomera, pero un poco grandes para hacer sintonía con la radio. Fue así que, pinza en mano, se dedicó a trozarlas hasta obtener una a su gusto, y millones de partículas más se desparramaron sobre la mesa como si se hubiera roto un sobre de brillantina. LW9DBU seguía manipulando con el téster y un cablecito (conocido como "bigote de gato") sobre un resto de galena. LU9DGD se puso los auriculares y, de repente, acordes de música clásica se oyeron desde lo más profundo de los auriculares. La noticia no podía ser mejor: justamente LU9DAP, que además de radioaficionado es médico, acababa de comentar que no consigue una emisora que difunda música clásica para escuchar en la sala de espera de su consultorio. Ni él ni sus pacientes son muy amantes de la cumbia villera y los Wachiturros, que es lo que prolifera en el dial radiofónico. De todo modos comprendió que una radio de galena no era lo mejor para sus necesidades, aunque pareció verse en sus ojos claros un viso de esperanza. "Ha de ser el espíritu de la pitonisa" arriesgó, aludiendo a la compañera de trabajo que orientó en la compra de las piedras, o tal vez a la mujer que las vendió. Pero los espíritus y las pitonisas no tocan música, y mucho menos la de Mozart o Beethoven. Ayer es hoy Ya casi era hora
de irse. A muchos les quedó la sensación de que ese sábado
no habían contactado con ningún colega "LU"
ni mucho menos habían hecho un DX (comunicaciones con estaciones
muy distantes). Pero tenían la casi convicción de que
esos acordes captados con la galena estaban ahí encerrados desde
hacía mucho tiempo. Nadie se animó a afirmarlo, pero olían
rancio y parecían llevar la impronta de Wagner. |
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