La
proyección
de las cosas simples |
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De golpe
le habían aparecido deseos de volver a tener, como cuando era
chico, un "Cine Graf", uno de esos proyectores de cine de
juguete, que con una simple lamparita de 60 watts eran capaces de proyectar,
de manera manual, películas elementales dibujadas en papel de
calcar. ¿En la era digital, del cañón y la pantalla
gigante, de la televisión de alta definición y los home
theatres, del cine en tres dimensiones que a paso redoblado está
dando cuenta del tradicional, el de celuloide en rollos, comprar una
de esas cosas usadas? "De una, viejo, compralo", lo animó
su hijo postadolescente, exponente de esta generación cibernética,
pero que sabe apreciar aquellas cosas que son testimonio del pasado. |
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Ayer
es hoy |
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Memoria
del futuro Se dirá, tal vez, que eso es nostalgia. La nostalgia es un sentimiento que cualquier persona normal puede tener. Se puede asociar a menudo con una memoria cariñosa de la niñez, como un juego o un objeto personal estimado. Dice el diccionario, también, que ese sentimiento de recuerdo que es la nostalgia entraña dolor, y no es este el caso. Por el contrario, quien camina hacia delante, no lamenta el camino que recorrió, sino que pondera lo mucho que avanzó, lo que incorporó como experiencia de vida, para potenciarlo en el presente y proyectarse hacia el futuro. Viejas
novedades Digamos que, de alguna manera, el viejo proyector de cine, lúdico y primitivo, se erige como un testimonio de los juegos de hace medio siglo -convengamos que avanzado, sí, para la época- y la demostración de que pasan las modas, cambia la técnica, pero perdura en el interior del hombre el más elemental principio de diversión y entretenimiento a partir de las cosas simples. Y permítase
el juego dialéctico al decir que los juguetes del pasado nos
permiten también, proyectarnos en el futuro. Sí, aunque
se trate de un vetusto Cine Graf. |
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