Poligrafías
Elogio de la amistad


Ser amigos es vivir en una misma sintonía los grandes momentos de la vida.


Como el amor, la amistad concita la atención de poetas, compositores y cantautores. Algunos con la idea de una amistad masiva, como Roberto Carlos, que con su millón de amigos sería el campeón del feibuc; otros, como Daniel Toro, aseguran que "amigo es más profundo".

Decir "amigo"
"Amigos-amigos", solemos decir, hay muy poquitos; no más de dos o tres, condición sine qua non para que la amistad sea profunda, sincera, íntegra. Casi, casi, una cuestión de hermanos en el espíritu, aunque lo uno y lo otro no son lo mismo. Cuando alguna vez lo tratamos de "hermano", nuestro amigo Fernando D'Adda nos respondió, no sin cierta consternación, que aunque por su condición de hijo único agradecía que le manifestáramos sentimiento fraternal, ello implicaba para él quedarse sin su amigo. "Prefiero la amistad, más que el ser hermanos", redondeó.

Los argentinos somos, por lo general, "amigueros" por definición. Nos gusta la reunión en torno a una mesa -si es de café o de hogar, poco importa-, desglosando la más variada gama de temas de conversación.

La amistad implica sentirse acompañados aún en la distancia, aventando todo atisbo de soledad que ande al acecho. Ser amigos, en el sentido profundo que nos gusta darle, es vivir en una misma sintonía los grandes momentos de la vida, los buenos y los malos, los lindos y los feos. Es, en definitiva, saber que el otro siempre está.

Amigos hasta la luna
Pero aquella amistad de café de la que recién hablábamos no es menos válida. De hecho, podríamos decir que las redes sociales en Internet que tan en boga están hoy, son una versión cibernética y posmoderna de la mesa del bar de la esquina: voy, entro, miro quién está, y decido si me quedo o no. Y en caso de quedarme, converso con uno o con otro de temas no siempre profundos, pero tampoco siempre triviales.

Resulta inevitable en esta fecha la evocación de Roberto Fontanarrosa. No sólo porque el "Negro" se nos fue un 19 de julio, sino porque muchos de sus cuentos se ambientaron en una mesa de café, esa que él mismo integró mientras su salud se lo permitió. Así, hay quienes aspiran a adelantar por un día la celebración del Día del Amigo, desfenestrando de este modo a la epopeya de la llegada del Hombre a la luna.

Vale recordar que la fecha del 20 de julio fue elegida por el mendocino Alberto Febbraro para honrar de modo especial a la amistad, y que su propuesta prendió no sólo en Argentina, sino que también varios países del Continente la han adoptado. Febbraro fijó su mirada más allá del país que realizó la hazaña planetaria y universalizó la cuestión, hace hoy cuarenta años, uno después de aquel pequeño paso para el hombre, gran paso para la humanidad, según la historia oficial.


Abrazos
Así que hoy, con un frío casi polar por estos lares, habrá que abrazarse de manera especial. Cada uno sabrá quién es su amigo-amigo, y quién su amigo de café. Para unos y para otros, tendremos el mejor de los deseos. Por sobre todo, el de seguir cultivando nuestra amistad, esa que nos permite seguir creyendo en el otro, que nos dará esas palmada que estamos esperando, que nos prestará su par de orejas para depositar nuestros problemas, ese con quien el mate es más rico aunque esté lavado.

Para vos, amigo, un abrazo.