Los
caramelos
de la abuela |
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Doña
América Raimunda tenía una extraña conducta: cuando
a los chicos que jugaban en la calle se les caía la pelota en
su jardín, ella abría un tajo en el balón con un
cuchillo antes de devolverlo. Luego metía las manos en los bolsillones
de su batón y las sacaba colmadas de caramelos para todos los
pibes de la cuadra. Así jugaba el doble rol de vieja bruja y
abuela tierna a la vez. Ése era el recuerdo que tenía
su nieta Coca.
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Caramelos y golosinas fortalecen los vínculos entre nietos y abuelos, entre mayores y niños. Hay barrios donde subsiste aún como una institución la figura del abuelo o la abuela de la cuadra, generosos en caramelos y golosinas para con los chicos ajenos. Don José tenía por rutina una vez por mes, cuando iba a La Plata a cobrar su pensión de ex combatiente de la Primera Guerra, llegarse hasta El Buen Vasco a visitar viejos amigos y comprar un kilo de caramelos -siempre los mismos- con los cuales él y su esposa Victoria convidaban a las visitas. Los traía en un cartucho de papel de fantasía y los guardaba en el aparador pintado color aguamarina. Debe haber pocos gestos de ternura tan manifiesta como el de un anciano o una anciana regalando golosinas a un niño. Es un acto casi institucionalizado en la intimidad de cada familia. Hay personas ya adultas, de gesto adusto, que ablandan su expresión y necesitan enjugar su emoción cuando evocan aquellas escenas tan tiernas como remotas. Algunas llegan a contar que había un lugar cuasi secreto en la casa de sus mayores, donde sabían que estaban las más codiciadas golosinas. E iban a servirse con el sigilo de quien descubre un tesoro y no quiere que nadie se entere, aún cuando todo ocurría con la tácita complicidad de unos y otros. La
dulce historia Pirámides
de sabor De hecho, el origen de los caramelos "1/2 hora" dataría del siglo XVIII -no la marca comercial sino el sabor, claro-, cuando abundaban las pastas de fruta y miel o azúcar, de poca duración en la boca, como hemos dicho. Naturalmente, hay mucho de leyenda entremezclada con la historia, pero de manera similar al origen adjudicado al dulce de leche, alguien se quedó dormido revolviendo una olla y -oh sorpresa- al despertar encontró una masa oscura y pegajosa que al enfriarse resultó de la dureza y sabor buscados. Si
no sois como niños... |
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