Cómo
ser escritora sin siquiera proponérselo
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El
hecho de que María Laura Billordo publicara su primer libro de
poesía fue todo una novedad para su hijo, que por entonces contaba
con ocho años. Sobre todo porque su mamá-escritora-autora
de "Reencuentro", no cesaba de registrar sobre el papel
-a la usanza antigua, sin máquina de escribir ni mucho menos
computadora- las impresiones que la flamante experiencia editorial le
había deparado. Ella fantaseaba con que serían los primeros
escritos de un segundo Reencuentro. Y de hecho, lo fueron. En 2006 llegó
"De puño y letra" (y está en preparación
"Agua entre las manos").
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La conversación de sobremesa prolongó el tema que de doméstico y familiar tornó a lo filosófico y escatológico. El papá apuntó que los libros nunca terminan, aunque el niño aseveró que con la última página, todos los libros llegan al fin. "Sin embargo -apeló el padre- vos podés leer ahora un libro de poesías o de cuentos y entenderlo de una manera. Pero cuando lo vuelvas a leer dentro de diez años, lo vas a entender de otra manera, y le vas a descubrir muchas cosas que ahora no le captaste". |
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La mamá-escritora sintió un leve escalofrío recorriéndole la espalda y tuvo la sensación de que por primera vez veía la publicación del libro como algo mucho más allá de un hecho literario o de un animarse a hacer público lo que durante tantos años vino escribiendo y guardando para sí o para unos pocos. Y se dijo en voz alta: "Esto es la experiencia del libro publicado". Lectura
revisionista La familia no pudo menos que mirarlo con un cierto desconcierto hasta que el hombre amplió su explicación. La distancia en el tiempo nos da la objetividad que jamás habríamos tenido de haber sido contemporáneos de una expedición como la de Colón. Eso, sumado a los demás conocimientos que la historia nos enseñó, nos permiten tener una interpretación personal del Almirante y su epopeya marítima, dijo. "Es así cómo tenés que pensar lo de tu libro -refirió a su esposa-. Ahora tus ideas son públicas, más allá de cuántos libros se distribuyan hoy. Pero el hecho de pensar que dentro de algunos años tus escritos van a generar nuevos pensamientos en nuevos lectores que ni vos conocés, marca la trascendencia de haber publicado por lo menos un libro". Un
árbol, un hijo, un libro Un árbol, un hijo, un libro, tres maneras diferentes de proyectarse en el futuro, aún en estos tiempos en que los bosques del orbe están en regresión y la computadora compite palmo a palmo con el libro convencional, el de papel y tinta, el de hilos y cola. Porque el libro es el vehículo de la palabra. "Incluso cuando guardamos silencio o estamos solos, las palabras siguen resonando dentro de nosotros: no sólo son el instrumento para comunicarnos con los otros sino, sobre todo, el medio de explicarnos la vida a nosotros mismos", le hemos oído decir al filósofo y escritor el español Fernando Savater. Y si un libro es vehículo, su autor es, en cierto modo, conductor. Nada menos que de la comunicación entre los hombres. Benditos sean, entonces, los escritores. |
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