Orígenes 
            de "la Clínica"
          Escribe 
            Ricardo A. Berri, especial para Citybellinos.
          Ante 
            una consulta, sugerida por el Dr. Carlos Castilla acerca de mi experiencia 
            de vida en la ciudad de City Bell, con mucho agrado accedo a la misma.
          Mi nombre 
            es Ricardo Alejandro Berri, de profesión doctor en medicina. 
            Habiendo rendido mi última materia de la carrera en setiembre 
            de 1952, me gradué en 1953.
          En enero 
            de 1955 me radiqué con mi familia en City Bell (en ese entonces, 
            mi señora y una hija) con la intención de abrir mi consultorio. 
            Junto con mi concuñado -también médico- y su 
            familia, constituida por su señora, gemela de la mía, 
            y una hija. Fue en un antiguo y espacioso chalet que pertenecía 
            a la familia Badessich.
          Por 
            esa época, en el pueblo atendían sus consultorios otros 
            tres colegas: el Dr. Raffi -desde poco antes de 1930-, el Dr. Horacio 
            Trebino y la Dra. Silvia Dora Narbaitz. Poco tiempo después 
            se instaló el Dr. Eugenio Crivaro con la especialidad de pediatría. 
            Creo que después de 1960 se instaló como clínico 
            el Dr. Guillermo Krikava.
          Durante 
            lo primeros diez años, mientras seguía especializándome 
            en cirugía, tenía consultorio y atención de domicilios 
            durante todo el día y hasta altas horas de la noche, incluyendo 
            horas de la madrugada y en un radio que abarcaba desde el deslinde 
            con Gonnet , Villa Elisa y Gorina. En esa época no existía 
            el asfalto en estas localidades con la excepción de los caminos 
            Centenario y Belgrano y el mejorado de la Av. Cantilo. Debía 
            llevar en el baúl del coche palas, tirantes y faroles para 
            poder enfrentar y solucionar encajaduras muy serias.
          En 1964, 
            conversando con mis colegas Eduardo Acebal, Eugenio Crivaro, Narbaitz 
            y Carlos Larrea (de Villa Elisa) acerca de la necesidad de la población 
            de contar con un establecimiento sanitario, surgió la idea 
            de fundar una clínica .Hasta ese entonces, ante emergencias 
            con riesgo de vida, debíamos recurrir al jefe del cuartel del 
            2 de Comunicaciones -hoy 601 de Comunicaciones- para que se nos facilitara 
            la ambulancia para el traslado de los enfermos a la ciudad de La Plata.
          En esa 
            inteligencia, promediando el año 1964 y sabiendo que en Cantilo 
            esquina 7 un antiguo Chalet, propiedad del coronel médico Fornari 
            y donde funcionaban varios consultorios externos se encontraba en 
            venta , lo entrevisté y cerré la operación de 
            compra.
          Informados 
            los colegas, ut supra mencionados, se sobresaltaron ante el temor 
            de que no se pudiera juntar el dinero necesario. Fue entonces que 
            entrevisté al gerente del banco Río de la plata, Sr. 
            Francisco Occhipinti, quien enterado del destino del dinero facilitó 
            el préstamo, terminando con las preocupaciones de mis colegas. 
            Concretada la operación bancaria de inmediato se confeccionaron 
            los planos de la ampliación del chalet y se dio curso a las 
            obras. Así en 1965 se inaugura la flamante clínica, 
            con una capacidad de 12 camas, quirófano y sala de partos, 
            además de varios consultorios y sala de rayos X., cocina, laboratorio 
            de análisis clínicos, banco de sangre y depósitos.
          Durante 
            26 años fui presidente del Directorio y Director Médico, 
            primero de la S.R.L.
            Instituto Privado de Clínica y Cirugía City Bell y luego 
            de la S.A.
          Con 
            el correr de los años sufrió varias ampliaciones, con 
            la previa adquisición de terrenos linderos y así se 
            la llegó a dotar de 32 camas, terapia intensiva y 10 consultorios 
            externos, con atención de todas las especialidades y servicio 
            de guardia con profesionales seleccionados de gran calidad humana 
            y profesional.
          A partir 
            de 1992 por dificultades económicas, junto al deterioro de 
            la seguridad social -los mismos inconvenientes que tuvo el maestro 
            Dr. René Favaloro-, se fueron dando las condiciones para su 
            cierre definitivo.