CB Historico
La mucama y el capataz


Mucama "de adentro" y capataz de la Estancia Grande en sus
dos últimas décadas de vida, el matrimonio se había ganado
la confianza de Percival Bell y su familia.
Marina Marchetti de Moreno -hija de ambos- y su esposo
Jorge integran una arraigada familia de City Bell
y recuerdan los relatos de "Pina" y Marino"


Como muchos de sus familiares, Jorge Tomás Moreno vive en City Bell. Y puesto que pertenece a una familia que desde hace setenta años se dedica a la comercialización de carnes, su destino parecía marcado. Su hijo Diego tomó la posta del abastecimiento mayorista de carnicerías, y él volvió al mostrador en un local que lleva su apellido por nombre, sobre el camino Belgrano.

El rapto de la escocesa

Un poco en broma, un poco en serio, se nos ocurrió que nadie puede considerarse completamente citybellense si al menos una vez en la vida no ha comido carne de los Moreno, o consumido verdura de los Del Tufo o los Milano. Es que son familias emblemáticas de City Bell, vinculadas por generaciones a un mismo rubro comercial.

"Los Moreno somos de Villa Elisa desde hace muchísimo tiempo", dice Jorge. Los documentos históricos recogidos en el libro que relata la genealogía de la familia Dodds dicen que su bisabuelo Alejandro Moreno arribó a los pagos de Villa Elisa en 1886, trayendo en el anca del caballo a la bella Hanna Dodds, hermosa doncella perteneciente de esa familia escocesa radicada en Chascomús, de quien se había enamorado. Y como él era carrero, su familia no lo aceptó. Por eso, como en las novelas de amor, decidió raptarla y huyeron, para recalar por estos pagos.


Familia Moreno. Jorge Moreno, Marina Marcheti y su hija Cecilia, durante una entrevista para el libro "City Bell-Crónica de la tierra de uno", de Guillermo Defranco. (Colección particular).


Habría que preguntarse si el destino elegido por la nueva pareja no fue premeditado, ya que se afincaron muy cerca de la estancia de Bell, con quien William Dodds, padre de Hanna, mantenía algún tipo de relaciones comerciales, si no de amistad. Mas aún, con los años un miembro de esa familia contraería matrimonio con una tal Isabella Bell.

Jorge Tomás Moreno es bisnieto del osado y decidido Alejandro. Nació en 1940 y en 1967, luego de siete años de noviazgo, se casó con Marina Ana Marchetti, de cuya unión nacieron Diego y Cecilia. Y aquí las historias familiares vuelven a tocarse.

Los Marchetti

Marino Marchetti llegó a principios del siglo XX procedente de la región de Trento, Italia. "Decían que lo único que traía en el bolsillo eran piojos", dice su hija Marina. Trabajó en Salta en la construcción de un puente que conecta con Chile a través de San Antonio de los Cobres. Pero las condiciones de seguridad eran prácticamente nulas y tras ver a muchos paisanos suyos morir a causa de los derrumbes de la obra, decidió volver a los alrededores de Buenos Aires, a realizar trabajos varios en forma independiente, como reparaciones de molinos y tendido de alambrados en las estancias de la región.

"Marino Marchetti era carpintero, especialista en techos y reparación de molinos de trigo -acota su yerno Jorge-. Contaba que los engranajes eran de madera, cada diente era hecho de a uno, les pasaban unto sin sal y luego lo encastraban. De esa manera se lubricaba y se fortalecía la madera". Realizó un trabajo en la Estancia Chica y de allí pasó a hacer otro en la Grande. Era muy común que de una estancia a otra, más aún si sus dueños eran de la misma familia, se recomendaran mano de obra para la realización de alguna tarea. "A la Estancia Grande vino a desarmar dos galpones para armar otros más chicos -cuenta Moreno-. Lo hizo tan rápido, que a Bell le gustó cómo trabajaba y le pidió que se quedara en la estancia. A él no le convenía, porque ganaba más trabajando por tanto que en forma mensual. Pero no lo dejaron ir". Por entonces ya era Percival Bell el propietario de la estancia.

"Los señores"

Marina despliega sobre la mesa una cantidad de fotos antiguas, en las que aparecen sus padres y personal de la estancia. De la familia Bell hay dos fotografías de los hijos de Percival Bell y Alicia Chantrill: Lorna, John y Audrey en su infancia, en una de las cuales puede verse el viejo aljibe que aún se erige cercano a la antigua casona de la estancia. También algunos recortes de revistas de las décadas de 1930 y 1940 en las que Alicia Chantrill y Lorna aparecen fotografiadas en eventos sociales.

Marino Marchetti había venido a la memoria de Lorna Bell cuando la entrevistamos para este trabajo. Era el único que ella recordaba con nitidez y afecto, al igual que a su esposa Josefina Kaswlder, apodada "Pina". Y ese afecto se tornó en admiración por parte del matrimonio empleado en la familia Bell. En el recuerdo de su hija Marina y su nieta Cecilia aún resuenan las palabras de gratitud para con "los señores Bell" que sus mayores resaltaban en los relatos de aquellos años.

Marina remarca que su padre era muy reservado, pero que solía contar muchas cosas de la estancia ante la curiosidad de su yerno. "Lo que yo te cuento ahora, él no se lo contaba a nadie", desliza.

Si bien Percival estaba poco en la estancia dado que viajaba mucho, su presencia se hacía sentir. "Mi suegro contaba que él lo llevó buenamente a hacerle ver ciertas cosas , como que tenía que darle más a los peones, más comodidad, mejor trato. Llegó a hacerle servir vino durante la comida a todos los empleados, cosa que los ingleses no acostumbraban -dice Jorge Moreno-. A mi suegro le mandaban hacer ropa a medida. Y cuando tenían problemas de salud los llevaban al Instituto Médico Platense o al Hospital Español, por entonces lo más moderno de La Plata. Y cuando mi suegra tuvo que operarse, la llevaron al Británico, en Buenos Aires".


Marino y Pina. El capataz y la mucama de la Estancia, hasta la expropiación de la misma.
(Album familia Moreno-Marchetti).

Los habitantes de la estancia

"Pina" y Marino eran de pueblos vecinos en Italia, pero se conocieron acá. Ella trabajaba en la curtiembre de los Lasta en Abasto y luego llegó a la Estancia Grande. Allí se enamoraron y se casaron (Alberto, el mayor de sus hijos -ya fallecido- fue ahijado de la señora de Bell) y vivieron en ella hasta que en 1944 se expropió el establecimiento. La casa del personal -hoy museo de telecomunicaciones- tenía cómodas habitaciones para cada uno de ellos y su familia y una cocina común, en la cual seguramente también se cocinaba para los patrones, puesto que la casa principal carecía de cocina.

"Mamá era mucama 'de adentro'. No hacía otra cosa que las camas, limpiar la platería, cuidar a los chicos... era de mucha confianza", y acota como anécdota que el propio Percival Bell le daba indicaciones de cómo tenderle la cama para que no se le destaparan los pies, puesto que él era una persona muy alta y con frecuencia le quedaban los pies al aire durante la noche.

Así, Marina menciona a Ruppert, el jardinero alemán artífice de los famosos jardines que rodeaban el casco; a aquel pordiosero italiano ( su apellido sería Lombardoni), que pasó por la estancia a pedir comida y le dieron trabajo y casa y que casualmente era del mismo pueblo que Josefina Kaswlder; a doña Rufina, la cocinera; doña María, la lavandera; don Pedro, un peón sordo; a Mansueto Pasquín; y al matrimonio Sola. Muchos de ellos vivieron en la estancia. Hermenegildo Sola era el chofer personal de Alice Chantrill. Y como su esposa no trabajaba en la estancia pero vivía allí, fue quien prácticamente crió a Marina, quien tiene de ellos los mejores recuerdos. Sobre Lombardoni hace una apostilla "increíble pero real": parece ser que un día se comió treinta y seis huevos fritos él solo. Nadie lo podía creer.

"Cuando mi mamá entro a trabajar en la estancia -recuerda- le llamó la atención tanta abundancia. Veía que por ahí tiraban cosas; si sobraba crema, la tiraban -no había cómo conservarla- y ella pensaba en sus hermanitos en Italia. Mi mamá vino en la post primera guerra mundial. Tengo cartas de mi tía Albertina donde le pide a mi mamá que le mande plata para un vestido o un par de zapatos. Y mi mamá le giraba dinero de su trabajo como mucama a sus hermanos en Italia. Fijate lo bien que estaban trabajando en la estancia. Mi mamá tenía adoración con los Bell", remarca Marina Marchetti al tiempo que muestra una fotografía de "Pina" y otra empleada de la estancia, en la que ambas lucen vestidos de muy alta calidad, más aún si se tiene en cuenta su status social.

La hija de Pina y de Marino acota que la niñera de la familia, a quien Lorna recuerda como "Madmoiselle", se llamaba Magui. "Era bravísima, pero no era mala", asegura.Y aporta otros recuerdos transmitidos por su

Juguetes. Pertenecieron a los hijos de Percival Bell.(Colección particular).

madre: "Percival usaba un bastón de madera de una sola pieza, con la empuñadura curva, para salir a pasear a sus perros. Porque estaban los perros del señor, los de la señora, y los perros de los peones".

Gente de confianza

La confianza que se había ganado el matrimonio Marchetti-Kaswlder fue valiosa. "Alice y Percival estaban separados -cuenta Marina- y se mandaban a decir las cosas por medio de mi papá: 'Marchetti, dígale al señor tal cosa; Marchetti, respóndale a la señora tal otra cosa'... Si mi papá decía que sí a algo, se hacía; si decía que no valía la pena, no se hacía. Valoraban mucho su opinión".

La propia Marina Ana Marchetti debe su nombre a un deseo del patrón Bell. "Mi mamá me iba a poner Mariana, pero cuando Percival me fue a conocer, dijo: ¿No, debe llamarse Marina, por su papá, y Ana por la reina de Inglaterra'. Y así fue. Y me llevó de regalo de nacimiento el cochecito para bebé", dice no sin emoción la menor de los Marchetti.

La vida social en la Estancia Grande ara nutrida, especialmente cuando Percival estaba de viaje. "Mi papá les hizo una pista de baile de madera, que se armaba y se desarmaba en el parque, para no arruinarlo", asegura la hija del capataz. En cuanto a los viajes de Bell, Jorge Moreno aporta otro recuerdo de su suegro. Contaba que viajaba mucho a Estados Unidos, además de a Inglaterra, y que siempre lo hacía acompañado de su automóvil, un Büick.

"Cuando venía en el barco lo tenían todo engrasado para protegerlo del aire del mar. Llegaba a Buenos Aires, lo bajaban los empleados de la concesionaria Büick, lo llevaban, lo lavaban y lo traían a la estancia. Había veces que a los dos días se iba otra vez, y volvían a engrasar todo el auto, cargarlo al barco y al legar a destino, otra vez a lavarlo", explica Moreno.

Y rescata otro relato de su suegro: Bell había comprado para la estancia un tanque para agua en un remate del molino La Lula, de Ringuelet. "Mi suegro lo fue a bajar, lo trajeron en un camión por el camino Centenario, y dicen que no dejaron una lámpara sana en todo el trayecto, de tan alto que era. Acá lo tuvo que instalar, para lo cual tuvo que construir un catre especial para irlo desplazando hasta poder colocarlo en su lugar.

"Pina" y Marino, fieles a su cultura de inmigrantes sufridos y trabajadores, a lo largo de los casi veinte años que trabajaron junto a los Bell lograron reunir sus ahorros, suficientes para ayudar a sus familiares en Italia y en 1934 adquirir cuatro lotes sobre la céntrica calle 6. Allí construyeron su casa con local comercial donde Marino puso una verdulería cuando se cerró la estancia.

Y como un testimonio de que "los señores" confiaban en él hasta la muerte está el relato delos últimos momentos de Percival Bell en la Estancia Grande, revivido por Marina: "Bell regresó un día enfermo a la estancia. Vinieron unos médicos a verlo y dijeron que había que internarlo. Cuando llega la ambulancia y bajan la camilla, dijo: 'No. A mí de acá no me sacan en camilla. Me bajan Marchetti y Sola'. Y mi papá y Sola lo bajaron en 'sillita' hasta la ambulancia. Fue la última vez que lo vieron".

Reloj. Perteneció a la Estancia Grande. Aún funiona a la perfección. (Colección particular).

Domicilio: Estancia Grande

Marina Marchetti de Moreno cuenta que su madre recibía correspondencia
desde Italia en la estancia. Ella misma recibe actualmente desde aquel país libros y calendarios que antes le enviaban a su tío Elías,
fallecido hace cincuenta y cinco años.
Y en el sobre sigue diciendo: "Elías Marchetti, Estancia Grande".
El hecho de ser una familia tan conocida en City Bell hace posible la magia de que la correspondencia siga llegando a sus manos, en su domicilio actual.