Cuarto de huéspedes
El mono que ¡era mona!
Escribe Olga Edith Romero
 

Hace unos cuantos días, en este tibio mes de abril que sobre el final se ha convertido en frío, apareció en City Bell un mono.
El diario y los noticieros dieron cuenta de él y hasta se lo vio fotografiado y filmado por los árboles de la calle 480 y aledaños. Tal vez porque la noticia se difundió fue que apareció el dueño.
Antes habían aparecido empleados del zoo local que intentaron cazarlo sin mucho éxito, ya que los vecinos habían llamado al 911.
Así fue que el dueño se pasó unos días en nuestro pueblo, apoyado por algunos amigos que le cebaban mate y lo acompañaban en sus horas de espera.
Los vecinos llegaron a enterarse que el mono era mona y se llamaba Mónica, que su dueño no la había valorado lo suficiente hasta que se la robaron de Pilar y que su familia se reducía a su hija, la mona y él porque la mujer había abandonado la casa antes que el simio en cuestión.
También contó, casi llorando, que se desplazaba por la casa y abría la heladera y se servía lo que le gustaba.
Hasta ofreció a los chicos de la zona una recompensa -que no se supo nunca de cuánto sería- si la cazaban, lo que hizo que el pobre bicho fuera cascoteado en diversas oportunidades para ver si así caía.
Pero ocurrió que el domingo 22 Mónica, que se deslizaba de un árbol a otro y de un cable a otro, tocó un cable pelado y casi se electrocuta, lo que la hizo caer a tierra y ahí volvió a manos de su dueño que casi muere del susto junto con su mascota.
Aunque personalmente pienso que el mono/a no es una mascota para tener en una casa, este animalito estuvo mucho tiempo en cautiverio y tal vez extrañaba su casa; quién sabe, pero se vé que los álamos de la zona no le resultaban nada despreciables y va a quedar como una anécdota más de nuestro verde City Bell.