Conversaciones
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"Esa
pasión que empezó
con una trampa" |
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"Tito"
es Arnoldo Jorge Corda, quien con 66 años de vida está
a punto de cumplir medio siglo como radioaficionado. Y dentro de esa
actividad, lo suyo es la telegrafía, el "cw", como
le llaman en la jerga a la práctica de comunicaciones según
el invento de Samuel Morse. |
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"Me
enamoré de la radio porque mi papá tenía un curso
que había hecho por correspondencia (no me acuerdo si era Radio
Instituto); con eso empecé a tener conocimientos de los componentes",
arranca su historia, que no fue un lecho de rosas, según cuenta.
"Fue una historia difícil y con trampa. Tenía 12 años, mi padre estaba embarcado y mi madre me decía que yo tenía que estudiar y que la radio era nada más que un hobby. Me escondía todo. Yo compraba revistas, compraba libros, resistencias, lo que fuere y escondía todo bajo llave", detalla y se emociona por primera vez a lo largo de la charla. Y prosigue: "Empecé a entusiasmarme y a armar cosas con un chico del barrio, Jorge Padrós, que vivía en Jorge Bell y 12, y yo vivía en 12 entre 6 y 7". Vale la pena acotar que la entrevista tiene lugar junto a la mesa de un café en una esquina a dos o tres cuadras de su barrio de infancia. |
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"Después
nos fuimos conociendo. Empezamos a ir a ver y a aprender; cuando los
escuchábamos hacer radio, aprendíamos. Hoy los tiempos
cambiaron: los chicos dicen quiero un handy y el papá les compra
el handy. Antes nos hacíamos todo o tratábamos de hacerlo,
y así aprendíamos.", se entusiasma en el recuerdo
y se emociona otra vez. "Radionecesitado" Cuando tenía 17 años "me dije que necesitaba ser radioaficionado, porque lo sentía. En casa, que no. Mi papá no estaba y le falsifiqué la firma para sacar mi primera licencia. Sé que no está bien, pero lo necesitaba". Para Tito, el camino ya estaba definido y ese mundo del que empezó a formar parte, lo conoce hoy por su distintiva como radioaficionado: LU7EE. "Hoy estoy a punto de cumplir los 50 años de radioaficionado, en noviembre del año que viene, el 2012", se enorgullece. Cuando
terminó el servicio militar, el ciudadano Corda tuvo "la
suerte" de entrar a trabajar en Transradio Internacional, en la
planta que funcionaba en el predio que hoy ocupa el Parque Ecológico,
en el límite entre City Bell y Villa Elisa. "Fue mi gran
escuela; porque armábamos equipos, incluso transmisores de 40
kw, muy importantes. Conocí las tecnologías más
modernas y más nuevas de la época. Fue una gran escuela
que lamentablemente, cuando Argentina decide entrar en las comunicaciones
satelitales, Transradio se siente tocada y cierra la empresa, cuando
tenía un campo de acción muy importante todavía
para seguir produciendo equipos. Porque nosotros fabricábamos
equipos que se exportaban a Chile, a Sudáfrica. En Villa Elisa
se hacía todo. Con Juan Negro tuvimos una experiencia fabulosa.
Teníamos un acceso al conocimiento impagable, que no conseguís
en ningún lado".
Juan Negro es uno de los fundadores del Radio Club City Bell, y junto con Tulio Mendoza Zelis y el propio Corda, conforma el trío sobreviviente de los que en los albores de la década de 1960 pusieron los cimientos de esta institución. El caso de Tito debe ser, si no único, por lo menos bastante particular entre la pléyade de radioaficionados, ya que padece una sordera bilateral del 90%. "Venía arrastrando desde los 10 años una doble perforación de tímpano -explica-; así que en los primeros tiempos, de telegrafía, nada, porque no podía entrar en contacto con zonas de ruido ni mucho menos. Llegó un momento que me dije 'si otros lo hacen, yo lo tengo que hacer'. Tenía a mi padrino de radio que era además de un excelente tipo, un gran telegrafista. Él me dijo: 'Hasta que no hagas telegrafía no vas a ser un radioaficionado completo'. Me sonreí, porque lo respetaba mucho. Y empecé de a poquito. Rendí los exámenes, tenía prácticamente 20 años de radioaficionado cuando empecé con la telegrafía". El joven Corda hizo el servicio militar en Esquel. "Ahí, de las dos perforaciones se me hizo una, porque se unieron las dos y me operaron. Pero trabajaba en zona de ruido en Astilleros y de ahí en más, el otro oído se me fue cayendo. Hoy, si no tengo audífono, no escucho nada. Pero me sacan la telegrafía, y me muero", vuelven a inundarse sus ojos claros. |
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Como tantas otras instituciones, el origen del Radio Club City Bell hay que buscarlo entre jóvenes e idealistas. "Rodolfo Weller fue el primer presidente del Radio Club, y mi maestro de barrio. Con él conocí el olor a resina, las primeras soldaduras, aprendí a armar transformadores y muchas cosas que él me enseñó. Era una persona muy sensible a quien yo quise muchísimo. De esa época eran Ángel Amprino y Carlos Echagüe". | ||||
En ese tiempo estaba
vigente la red radioeléctrica de emergencias, integrada por radioaficionados
y clubes de la especialidad que cubrían 24 horas de guardia,
ante cualquier emergencia. |
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"Participo de competencias internacionales, he tenido buenos logros. Digo 'participo' y no 'compito'. Me puedo poner a conversar con amigos a quienes no veo hace mucho tiempo y me olvido de que estoy compitiendo. Y la radio la disfruto y se va a terminar para mí el día que no la disfrute más. Pero no creo que pase. La vivo, la siento, la conocí desde adentro, desde abajo". | ||||
Y así como abundan los logros en la historia radioeléctrica de Tito, no han de faltar las anécdotas. "Mi padrino de radio, del Castillo, me dijo que el día que aprendiera telegrafía iba a guardar el micrófono en un cajón, porque me iba a molestar arriba de la mesa. Me sonreí y no le dije nada. Un día estaba escuchando y escucho a un amigo haciendo fonía. Lo quise saludar y no sabía dónde estaba guardado el micrófono. Eso también le pasó a un par de discípulos". Y en el final,
ensaya una suerte de balance: |
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