El
abrazo de siempre
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Esa página que tanto cuesta escribir. |
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"Algo
le pasó a Marcelo", nos dijeron a través del teléfono,
y en esas cinco palabras supimos que estaba todo dicho. Comprendimos que
no había retorno. Que nuestro amigo acababa de poner el punto final
a la última crónica de su vida, que acababa de apagar su
equipo de radio y dejado libre su frecuencia, que cesaba de transmitir.
Había llegado "ese" momento, inoportuno e inesperado. Por última vez habían sonado los Beatles para él al tiempo que el pelotazo final era gol en cualquier arco rival de Estudiantes. O tal vez sea al revés. Tal vez se haya quedado para siempre presente en todo y en todos. Ahora serán risueños recuerdos aquellos rasgos de humanidad imperfecta que cualquiera pudo haberle reprochado (porque no caeremos en la costumbre de creer perfecta a una persona por el hecho mismo de su muerte). Hoy multiplican su cuantía los muchos más rasgos de virtud que supo esparcir con disimulo. Se le hizo la hora de vivir en los suyos. Por eso dejamos por acá. Para no caer en grandilocuencias, en pergaminos que él mismo esquivaba no por no merecerlos, sino por la simpleza de su ser. Vaya, entonces, el abrazo de siempre. |
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