Mates
para Peña
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Dice el diario que se murió "Peña" y un hilito de no sé qué nos quedó dando vueltas en el alma t en la garganta. No porque nos haya sorprendido, claro -tenía más achaques que años- sino porque era -es- uno de esos tipos entrañables que uno quiere con el alma, aún sin saber bien por qué. |
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Wálter
Bengoa era conocido por el apelativo de "Peña" por
su fanatismo por el equipo de fútbol Peñarol, el club
de sus amores en su Uruguay natal. De este lado del Plata, moría
por su "Boquita". |
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Lo conocimos como parquero hacia los años '80, a cargo del
jardín de la ermita de Schoenstatt, sobre la calle 28 aún
de tierra, en un poco poblado barrio El Ombú. De ahí pasó
a despachar nafta y ganarse amistades por donde fuere; difícilmente
pagaba boleto en el colectivo: no había chofer o inspector de línea
que no lo conociera y lo quisiera. Antes de cambiar de patrón,
prefirió cruzar el río y volver a sus tierras. El físico
castigado le estaba dictando una nueva respuesta: "ando como puedo,
no como quiero ni como debo". |
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Pocos
años después volvió y lo visitamos en su casa del
barrio El Rincón. Era una cuestión de honor, ya que en su
despedida anterior nos había legado el porongo matero que lo había
acompañado desde su partida de Uruguay. Y si un mate no es símbolo
de afecto sincero y profundo, ¿qué es?. "Peña" no era perfecto. Lo sabemos. Era tan sólo un trabajador amante de la vida, de los que hablan mirando a los ojos y saludan dando la mano. El domingo 15 de este abril tomamos mate en el calabaza que fue de él. No lo sabíamos. Eran, como se estila decir, los mates "del estribo". Lo supimos el lunes cuando leímos el obituario en el diario. Gracias, "Peña". La pava chifla. Te preparo unos mates. |
Herencia. La calabaza que nos dejó Peña. |
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