Legado
Mates para Peña
 

Dice el diario que se murió "Peña" y un hilito de no sé qué nos quedó dando vueltas en el alma t en la garganta. No porque nos haya sorprendido, claro -tenía más achaques que años- sino porque era -es- uno de esos tipos entrañables que uno quiere con el alma, aún sin saber bien por qué.

Wálter Bengoa era conocido por el apelativo de "Peña" por su fanatismo por el equipo de fútbol Peñarol, el club de sus amores en su Uruguay natal. De este lado del Plata, moría por su "Boquita".

Se dijo de él que fue todo un precursor del Mercosur: vivió y trabajó en Paraguay, en el sur del Brasil y en Argentina en rubros diversos. Ganó fama en City Bell siendo empleado en la estación de servicio de camino Belgrano y Cantilo, donde trabajó con los dueños originarios hasta septiembre de 1997. Un tipo siempre de buen humor, nunca apurado y un enloquecido por los chicos. "Que le vaya bonito y gaste poquito" era una despedida habitual para el cliente, en tanto otras de sus muletillas cuando le preguntaban cómo estaba era contestar "de primera y mejorando", cuando no salía con su "diez puntos más el IVA".


Bengoa. Como Peñarol,
calidad y cantidad.

Lo conocimos como parquero hacia los años '80, a cargo del jardín de la ermita de Schoenstatt, sobre la calle 28 aún de tierra, en un poco poblado barrio El Ombú. De ahí pasó a despachar nafta y ganarse amistades por donde fuere; difícilmente pagaba boleto en el colectivo: no había chofer o inspector de línea que no lo conociera y lo quisiera. Antes de cambiar de patrón, prefirió cruzar el río y volver a sus tierras. El físico castigado le estaba dictando una nueva respuesta: "ando como puedo, no como quiero ni como debo".
Pocos años después volvió y lo visitamos en su casa del barrio El Rincón. Era una cuestión de honor, ya que en su despedida anterior nos había legado el porongo matero que lo había acompañado desde su partida de Uruguay. Y si un mate no es símbolo de afecto sincero y profundo, ¿qué es?.

"Peña" no era perfecto. Lo sabemos. Era tan sólo un trabajador amante de la vida, de los que hablan mirando a los ojos y saludan dando la mano.
El domingo 15 de este abril tomamos mate en el calabaza que fue de él. No lo sabíamos. Eran, como se estila decir, los mates "del estribo". Lo supimos el lunes cuando leímos el obituario en el diario.
Gracias, "Peña". La pava chifla. Te preparo unos mates.


Herencia. La calabaza que nos dejó Peña.