El
padre Blas:
la hogaza de pan |
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El padre Blas. O Marsicano, a secas. O el cura del colegio. En el juego de dicotomías que existe en toda sociedad, al canónigo Blas Carmelo Marsicano le tocó interpretar al malo de la película. Al padre Dardi, por contraposición, le correspondió el papel de bueno. Así, al menos, es como la mayor parte de la población lo sentía. Borceguíes con sotana Tal vez por su carácter fuerte forjado entre los claustros del Seminario Mayor San José en La Plata y su condición de capellán militar, el padre Blas daba esa imagen de hombre severo e insensible que, según testigos que han tenido con él trato fluido, no se condice con la realidad. |
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No son muchos los que han podido trasponer los umbrales de su casa y compartir con él un modesto brindis a la canasta para festejarle el cumpleaños. Pocos, entonces, conocieron su sensibilidad por las plantas y los pájaros de los que vivía rodeado de las puertas hacia dentro. En ese ámbito se abría más a la conversación y hasta se permitía alguna confidencia. Como la de contar que su vocación íntima era la de militar y que su madre había hecho una promesa de que su hijo sería sacerdote. Y entonces congenió ambas carreras cuyo ejercicio desarrolló en City Bell: desde 1958, como párroco del Inmaculado Corazón de María; como capellán militar, en el asentamiento local del Ejército. |
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Hacia 1960 le preocupaba dar respuesta a una necesidad de la comunidad local: un colegio secundario para que los alumnos de las escuelas primarias de la zona no tuvieran que trasladarse a otra localidad para seguir estudiando. Así convocó a una treintena de feligreses y los comprometió en la empresa de fundar el Instituto Fray Mamerto Esquiú. Bénere, Meroni, Pasquini, Filipini, Andrade, Zozaya, Carranza, Ortale, Barrameda, Romero, son apellidos que se inscriben entre aquellos pioneros locales de la educación media. Tras no pocas gestiones había obtenido la donación de 35.000 ladrillos, 4 toneladas de chapa que se convirtieron en portones y ventanas, vidrios y rieles del ferrocarril que obraron de vigas. El 17 de mayo de 1961 el entonces gobernador Oscar Alende cortaba la cinta inaugural del "Instituto Fray Mamerto Esquiú". Un año después el colegio requería de más aulas y entonces se consiguieron los míticos tranvías: cuatro de la ciudad de Buenos Aires y dos más de la ciudad de La Plata. Son muchos los que recuerdan su paso por aquellas aulas tan especiales que por quince años cumplieron su función y hoy serían la más alta aspiración de un proyecto arquitectónico basado en el reciclaje y la nostalgia. Había nacido así lo que Marsicano dio en llamar "la esquina de la educación", el complejo educativo que depende de la Parroquia Inmaculado Corazón de María y comprende el Jardín Niñito Jesús y las escuelas San Blas, Esquiú, para adultos Sagrado Corazón y terciario. No pocos vecinos de City Bell llegaron a transitar los legendarios tranvías convertidos en aulas con que el sacerdote lanzó su aventura educativa. El orgullo por tanta obra realizada desbordaba de la sotana cuando el clérigo hablaba de ella como "mis escuelas parroquiales". Confesor como pocos Reconocido como un excelente confesor, nunca faltó a su alrededor una feligresía dispuesta a trabajar a la par suya, sabedores ambos de las dificultades que ello traía aparejado. Pocos días después de su fallecimiento, la prensa publicó la siguiente esquela con la firma de Silvia De Battista: "El padre
Blas Marsicano fue un sacerdote controvertido por su difícil
personalidad. Quienes lo conocimos desde niños podemos recordar
muchas anécdotas que lo definían como un personaje severo
y temperamental. Y también vimos cómo, a lo largo del
tiempo, así como se sostenía en sus reclamos y exigencias,
se mostraba poco a poco en su interioridad. Era en realidad como 'una
buena hogaza de pan', duro por fuera y tierno por dentro. Un confesor
como pocos, en ese sacramento mostraba su 'miga' tierna. Blas Carmelo Marsicano
pasó sus últimos años recluido no ya por su temperamento
ermitaño, sino por el quebrantamiento de su salud, hasta que
el 30 de julio de 2003 dejó partir su alma, a golpear las puertas
del Cielo. |
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