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El deseo estigmatizado de que todo cambia con el nuevo año podemos tomarlo como un mero cumplido o como un verdadero desafío. La religiosidad que sustenta la celebración navideña implica -más allá de todo credo- el concepto de que como hombres somos buenos por naturaleza y que instintivamente aspiramos a ser mejores como personas y como ciudadanos. Uniendo una y otra idea, desde los confines de 2011 nos permitimos ser optimistas en referencia al próximo año, que ya está casi en los umbrales; para que todos los buenos deseos que expresamos y que recibimos no sean simple palabras vacías. Felicidades. Nuestro deseo está lleno de contenido. Diciembre
2011. |
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